Un segundo de pausa.

Llevo rumiando este artículo desde ayer. Tratar de dar consejos sin no haberlo probado yo mismo se me hace un poco difícil. He tratado estos días  que antes de cada acción o de cada contestación en una conversación tratar de parar 1 segundo. Quizá han sido alguno más. Con ese segundo he tratado de darme  cuenta de todo lo que sucede alrededor antes de movernos, expresarnos  y esta acción de parada-reflexiva nos da el punto de cordura  que nos evitará algunos conflictos. Esa pausa que te puede dar, llevar la lentitud como bandera, propicia un poso de paz y serenidad. Me gustaría que lo probaseis durante unas horas, no pido más.

Además me gustaría que fuese en todo los contextos de vuestra vida. Voy a hacer la compra, la disfruto, no estreso la acción de comprar. Que toca pasar la tarde con los niños, pues en los momentos de locura, me aíslo y lo disfruto. Que llego tarde, pues me relajo….Así con todas las acciones que tengáis. Yo lo he puesto en práctica esta mañana, y os puedo asegurar que he disfrutado mucho, e sentido paz y tranquilidad.

Vivimos en la era de la infoxicación, multitarea, incluso deseamos el multiorgasmo, es decir todo tiene que ser multiplicado, porque si no es así, no disfrutamos. Debemos saber que tenemos una gran máquina dentro del craneo, nuestro cerebro, que a la par que inteligente, es egoísta y que deberíamos saber domesticarlo, porque si no nos dejará arrastrar por sus corrientes las cuales nos producirán una gran insatisfacción al no verse satisfechas.

Saber decir, aquí estoy yo amigo cerebro. Yo decido lo que hago, digo etc. Y tú, amigo cerebro estas para ayudarme y no para «j….me» y es de recibo que sepas que el que mando en mí soy yo.

Difícil la tarea, pero no vamos a perder nada por intentarlo.

Gracias.

 

Pinceladas que llegan

De la periodista y escritora asturiana Ángeles Caso: «…

En este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una persona amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada o todo.

10 mandamientos

Algunos mandamientos recogidos de un periódico.

Creo que me pueden valer.

  1. Ambiente: Apaga luces
  2. Presencia: Disfruta del aquí y ahora. Apaga el móvil
  3. Placer: Café, chocolate, galletas, pasteles, dulces. ¡Quiero!
  4. Igualdad: «Nosotros» por encima del «yo». Comparte las tareas y el tiempo de disfrute.
  5. Gratitud: Disfrútalo. Este podría ser el mejor momento.
  6. Armonía: No se trata de una competición. Te queremos como eres. No hace falta que presumas de tus logros.
  7. Comodidad: Ponte cómodo. Desconecta. Lo que hay que hacer ahora es relajarse.
  8. Tregua: Nada de agobios. Ya hablaremos de política otro día.
  9. Unión: Construye relaciones e historias. «¿Te acuerdas de aquella vez que…?»
  10. Refugio: Esta es tu tribu. Tu remanso de paz

Siempre ubicándonos

Como sabes, si es que estas leyendo estas líneas de blog, de web o como se quiera llamar, lleva por título VIDALENTA.ORG. No pretendo, lo más mínimo, sentar cátedra, pero si que voy leyendo, buscando sin buscar muchos temas que me van interesando. Mindfulnes, meditación, vivir con menos, minimalismo, productividad etc. Hay días que me inclino más por unos que por otros. Y ahora a la par de un buen café aporreo las teclas de la computadora, que dirían los latinos, para intentar sacar algo que llevo dentro y que viene a decir que todos los caminos conducen a Roma, es mi caso a la vidalenta. Todos estos campos antes mencionados son muy interesantes y es importante que las personas se decanten por lo que más le hace sentir bien. Pero poco a poco voy llegando a la conclusión que llevando una vida lenta, nos podemos acercar a la esencia de cada uno de estos temas.

¿Sabéis una cosa que me pasa? emoticon-silencio-2, es un secreto. Pues cuando estoy un poco «aturrullado», estresado, liado… bueno cuando mis pensamientos no paran. Pienso en mi blog. En la esencia de mi blog. Vidalenta. Y de golpe, me entra una calma, una paz….

En el fondo todos buscamos esa paz. Tenemos que tener trucos personales e intransferibles que no acerquen a ese estado que todos deseamos. Calma, tranquilidad que nos posibilitará estar bien con nosotros mismos y poder acercarnos a las realidades que deseemos de forma deseable. Iremos acercándonos en posteriores post a la relación de vida lenta con otros temas.

Gracias por estar ahí.

Verano del 2016 (2)

De regreso de Lisboa decido quedarme en Montáchez un pueblo de la sierra, en Cáceres provincia de Extremadura. Donde el calor aprieta por cierto y que la altitud mitiga en cierta manera. Pero eso, en cierta manera. Este año ha sido especialmente caluroso en España. Y es aquí donde la vida se ha parado, de repente. Cierto es que ir a un lugar a mesa puesta hace que este hecho sea más fácil de conseguir. He podido disfrutar del silencio en un pueblo cuyo censo es de 1800 personas aproximadamente y que en verano se multiplica pero que me ha posibilitado frenar en mi vida. Descansar, alimentarme con los guisos de la ama y finalmente tratar de encontrarnos a nosotros mismos que es muy difícil en los lugares donde vivimos y sobre todo por las circunstancias que nos rodean, niños, trabajos, quehaceres…. 
Volver a tener recuerdos de infancia, adolescencia… todos los años se repiten las sensaciones. Pasear y oler la fragancia a jamón que recorre el pueblo, ya que es un pueblo jamonero, junto a los niños que van a la piscina y ver a los jovencitos que empiezan sus escarceos amorosos hace que a pesar  de revivir estos momentos desde hace más de veinte años no me cansé de esta sensación irrepetible. La altitud del pueblo facilita tener una puesta de sol increíble durante los meses de agosto que es cuando yo las disfruto y es precisamente aquí donde deseo acabar en futuro lejano. Esparcido al antojo del viento y unirme con la historia de mis antepasados.

Verano del 16

Verano del 2016. Hace calor, mucho calor. Y por fin, hace silencio, mucho silencio. Imagino que no lo sabéis y por eso os lo cuento. Yo leo muy poco y lo poco que leo lo eternizo. Pero es una sensación que me gusta saber que tengo ahí, escondido que me aguarda. Como si fuera un secreto mío y para mí. Ahora llevo leyendo, desde hace muchos meses, Biografía del Silencio de Pablo d’Ors, apenas tiene 100 páginas dentro de un libro minúsculo. 

Esto como introducción a lo que verdaderamente me atañe y es darle un poco de vida a este blog. Y es que cada vez me doy más cuenta de la necesidad de frenar. Este verano está siendo bonito, he viajado con la familia a Lisboa y me he prometido que tengo que regresar todos los años unos pocos de días. Es una ciudad con una luz especial, con un encanto especial. La decadencia de sus edificaciones, unida a la serenidad de sus calles y habitantes propicia que la defina como la ciudad lenta dentro de las capitales. Todo esto son sensaciones, emociones y para nada ciencia exacta. Decía Pablo que las emociones no son más que la combinación de determinadas sensaciones corporales con determinados pensamientos. (pág.68) Y probablemente me pase a mí eso con Lisboa….continuará…

Ven como siempre despacio es mejor.

… Os enseñan a leer, a escribir, a hablar.. pero no a escuchar. Y es un arte que puede salvar casi cualquier relación de pareja.

-¿Qué entiendes tú por escuchar? Es algo difícil de hacer cuando tu pareja está gritando.

-Quizá grita justamente porque no le estás escuchando.. Escuchar es estar presente en el otro, tratar de comprender sus sentimientos. Incluso cuando la pareja se comunica mal y nos ofende, escuchar es poner los cinco sentidos en entender qué te está queriendo decir en realidad. Cada queja escocnde una necesidad. Si eres capaz de interpretarla, entonces el problema está resuelto. Pero para ello es necesario un importante cambio de perspectiva… En lugar de gritarle a tu pareja: “¿de qué te quejas?”, se trata de preguntarle: “¿qué necesitas?”.

-Sin duda, debería enseñarse en las escuelas -admitió Germán-, pero para mí es demasiado tarde. Un imponente hotel con ventanas iluminadas en forma de corazón apareció al final de la carretera. Nicolas fue reduciendo la marcha a la vez que concluía: -Quédate con estas dos leyes, querido. La primera: cuando una persona escucha, nunca hay discusión. Y segunda: cuando dos escuchan, entonces ya es amor.

Es un texto que lo recogí de la revista Integral y que hace alusión al libro: 3 cosas que te faltan hacer. Creo que el título es algo así, aunque no estoy seguro porque ya no tengo en mis manos la revista.